lunes, 20 de agosto de 2012

Hojas al aire No. 2


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En Hojas al aire No. 2 leerás:

Sobre Augusto "Tito" Monterroso, "La oveja negra, el escritor feliz"; http://es.wikipedia.org/wiki/Augusto_Monterroso
Augusto Monterroso



Ilustración: Abraham Peralta Vélez
  
Joaquim Machado de Assis, "Un hombre célebre y otros cuentos"; http://es.wikipedia.org/wiki/Joaquim_Machado_de_Assis
Leo Magnino
Leo Magnino, "La poesía para una mejor comprensión internacional".

lunes, 13 de agosto de 2012

El transporte en la ciudad

Las grandes distancias de las ciudades exigieron desde sus inicios nuevos medios para recorrerlas, y los caminos de terracería, que además de ensuciar los zapatos dificultaban los traslados, abrieron paso al pavimento. La incipiente selva de concreto desterró muy pronto a los caballos y las carretas, y éstos regresaron, de las colonias empedradas, a las veredas de los ranchos y las haciendas.

Las ciudades se amoldaron al capricho de los automóviles, quienes, igual que los caballos, dejaron mojones a su paso, pero en forma de semáforos y señalizaciones de tránsito. Las casas, los árboles y los peatones se protegieron de las nuevas calles y avenidas mediante puentes peatonales, camellones y banquetas, porque siempre han estorbado a los choferes.

En ninguna ciudad alcanzan las calles para todos los automóviles, y nunca éstos son suficientes para todos sus habitantes. Los nuevos medios de transporte necesitaban llevar cientos de personas en menos viajes: nacieron el tranvía, los colectivos, los Ruta 100, el Tren ligero, el Metro, los peseros y el Metrobús.

La ciudad le estorbó tanto al Metro que decidió ir por debajo de la tierra o por el aire, y sólo cuando hay suficiente espacio sale y convive con los autos. Los usuarios son pretextos para recorrer la ciudad, el Metro avanza igual si está vacío o si no entra una persona más a pesar de que sigan empujando.

Cuando se afirma que una ciudad sigue renovándose es porque los medios de transporte aún no encuentran su camino: si se construye un nuevo puente es porque los autos se cansaron del primero, una nueva avenida tira casas y derrumba árboles para que lleguemos más rápido a nuestro destino; cualquier  terreno abandonado por el hombre se convierte un día, sin previo aviso, en estacionamiento público, privado o descarado paradero de camiones.

Mientras las ciudades siguen avanzando hacia el transporte del futuro, que no contamina, no hace ruido, no demora, y más allá, a lo lejos, como en un sueño, el que vuela por la ciudad, esquivando edificios, casas y peatones sin bajar la velocidad, el peatón imagina un sendero por el campo y unos zapatos sucios por la tierra.

Leonardo Carabel